Hasta la primera mitad del Siglo XX la literatura latinoamericana era poco conocida y apreciada en el mundo entero. Más bien se le consideraba como un fenómeno cultural menor, folclórico y regionalista. Los grandes centros de cultura estaban en Europa, especialmente en París. Este prejuicio también alcanzó en su momento a los literatos norteamericanos, tanto así que escritores tan emblemáticos como Ernest Hemingway y Henry Miller, vivieron y dedicaron parte de su obra a la Ciudad Luz.
Pero este prejuicio tenía que ver poco con la realidad. De hecho, ya a finales del siglo XIX un poeta centroamericano, nacido en un pequeño pueblo de Nicaragua, revolucionó las letras no solo de América Latina sino también de buena parte de Europa, convirtiéndose en uno de los pilares del Modernismo.
En las primeras décadas del Siglo XX la literatura en América Latina contó con autores notables, por ejemplo en el Costumbrismo nombres como Rómulo Gallegos y Ciro Alegría marcaron un pauta. Pero también debemos mencionar a autores como Lezama Lima, Alejo Carpentier, Vasconcelos, César Vallejo, Jorge Luis Borges, entre otros, que fueron el cimiento del prestigio de la literatura latinoamericana.
Pero fue recién a finales de los años 50 que la literatura latinoamericana alcanza su mayoría de edad. Los culpables, los escritores del Boom de literatura latinoamericana que conformaron Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Rulfo y Julio Cortazar.
Sin duda, autores notables cuyas obras alcanzaron difusión mundial con justa razón, pero no fue más grande que autores que aparecieron años antes y que he mencionado, por ejemplo Borges y Octavio Paz. ¿Por qué entonces ocurrió en los 50 y 60 y no antes? Mucho tuvo que ver sin duda el espíritu de los años 60, abierto y liberador que invadió todo occidente. La revolución cubaba, sin duda, también jugó un rol muy importante, ya que puso en el centro de la atención a Latinoamérica, y no solo por las características políticas de su revolución, sino sobretodo por el carisma de Fidel Castro y el Che Guevara.
Los escritores del Boom estuvieron más cerca de la política que cualquier otra generación de escritores latinoamericanos. Sus maestros fueron diversos y universales, sobretodo William Faukner, James Joyce y Jean Paul Sartre. Y se leyeron entre ellos y vivieron casi todos en París. El auge de la literatura latinoamericana también coincidió con la aparición de audaces editoriales que apostaron por jóvenes creadores, entre todos ellos sin duda Carlos Barral fue el más sobresaliente.
En la actualidad, nuestra literatura goza de una gran vitalidad, del Boom quedan en actividad Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Y han aparecido nuevas generaciones de escritores que han enriquecido aun más las letras hispánicas.
¿Qué podemos esperar en el futuro? En principio, que este extraordinario trío de escritores sigan produciendo obras notables como hasta ahora. Ernesto Sábato, con sus 90 años, es un escritor que seguramente nos sorprenderá por unos años más. Las editoriales, asimismo, se han fortalecido y han creado uno de los mercados de lectores más vitales del mundo. Además, en las universidades americanas y europeas, cada vez son más los departamentos de lengua española en las que se estudia las obras de José María Arguedas y Jorge Luis Borges.
Pero lo más importante de todo es que el fenómeno de la inmigración masivo de latinoamericanos a Estados Unidos ha producido uno de los encuentros culturales más provechosos de la historia de la humanidad, en todos los campos, aunque es en la música en donde este fenómeno ha sido más notorio (Ricky Martin, Cristina Aguilera, etc). Pero también en la literatura están apareciendo nuevos escritores, como los del crack en México, Paz Soldán, Fuguet, etc.
Latinoamérica es un espacio cultural multiétnico, multicultural y con numerosos problemas económicos y políticos, pero que comparten una lengua 400 millones de personas. Es decir, al menos en literatura podemos esperar que sigan aumentando los lectores, y no solo en nuestra lengua, y que sigan apareciendo obras notables, de viejos y nuevos escritores.
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